lunes, 14 de octubre de 2013

950 años de la traslación de los restos de San Isidoro de Sevilla a León


Sin duda, estamos en una época de conmemoraciones para nuestra tierra. Si en 2010 celebrábamos los 1100 años del Reino de León, y en 2012 hemos hecho lo propio con los 1100 de la consagración de San Pedro de Eslonza, en 2013 también conmemoramos otras dos fechas importantes: los 1100 años del monasterio de San Miguel de Escalada y los 950 de la traslación de los restos de San Isidoro a León, procedentes de la entonces musulmana Sevilla.

Corre el año 1063 El reino de León es la monarquía más poderosa de la península ibérica. Su rey, Fernando I, ha obtenido el trono leonés al desposarse con Sancha, hermana del rey anterior, Vermudo III, al que el propio Fernando mató en la batalla de Tamarón. Sin embargo, se abre una de las épocas más esplendorosas de la historia leonesa, ya que sus descendientes, Alfonso VI y Alfonso VII, forjarán nada menos que un Imperio.

Es época de campañas militares, y el rey leonés acaba de derrotar al rey sevillano al-Mu’tadid, quien, como requisito para conseguir la paz, debe entregarle los restos de la santa sevillana Justa, martirizada en la capital hispalense en el siglo III junto a su hermana Rufina. Así, parte de Mérida una embajada, encabezada por los obispos de León Alvito y el de Astorga Ordoño, que tiene como objeto trasladar los restos de Santa Justa de Sevilla a León.

Al llegar a la bella ciudad andaluza, el rey Mu’tadid aseguró a la embajada que nadie sabía dónde se hallaba la sepultura de Santa Justa, quizá buscando evitar así las iras de los cristianos de su ciudad, que no querían que se llevasen los restos de una de sus santas más queridas.


Alvito, hombre de reputada santidad, propuso a sus compañeros recurrir a la ayuda divina. Tras tres días de ayuno, San Isidoro se le apareció en sueños, diciéndole que era su voluntad que fuesen sus restos, y no los de santa Justa, los que fuesen trasladados a León. Le indicó el lugar exacto donde estaba oculto su sepulcro y, para dar fe de la veracidad de sus palabras, le vaticinó su muerte.

Tal y como el santo Doctor de las Españas le había indicado, tras dar tres golpes de báculo en el lugar que había visto en sueños, apareció la sepultura del santo. Al abrir el ataúd, de madera de enebro, el cuerpo desprendió un olor balsámico. El pobre Alvito se sintió de repente enfermo y, tras siete días de enfermedad, falleció, cumpliéndose así la fatal profecía isidoriana.

No se reparó en gastos al trasladar los restos de los dos hombres santos desde la antigua Hispalis a León. El mismo rey sevillano despidió con gran pompa y muchos regalos a la comitiva, que seguramente retornase a la capital del reino por la vía de la Plata. Finalmente, el cortejo llegó a León a mediados de diciembre de 1063. Los restos de San Isidoro se depositaron en el magnífico nuevo templo que el rey Fernando había mandado construir para albergar tan importantes reliquias, celebrándose los días 21 y 22 de diciembre las fiestas de consagración de la iglesia y la traslación de los restos isidorianos a nuestra ciudad. El cuerpo de San Alvito fue enterrado en la Catedral, donde aún hoy es posible visitar su sepulcro.

Así, el 22 de diciembre de 2013 los leoneses tenemos una nueva efeméride que celebrar: los 950 años de San Isidoro en León, tan vinculado a nuestra tierra. Animo al lector a que visite su basílica y conozca la historia del reino leonés. Seguro que descubre que en más de un hecho histórico importante aparece San Isidoro o su
basílica de fondo, sin duda el centro espiritual del reino leonés.

Mario Lozano Alonso
Historiador



Artículo aparecido en el último número de nuestra revista.